La pasada noche nuestros quintos y quintas pudieron recibir un reconocimiento por su mayoría de edad alcanzada durante este año.
Esto no es solo un recordatorio de la importancia de Nuestra Madre de Gracia en cada una de las etapas de nuestra vida, sino también de la preservación de las tradiciones y la necesidad de honrar el legado de nuestros mayores siguiendo sus pasos.
Estos jóvenes se convertirán en los pies y en la guía de nuestra Madre en la noche del 15 de agosto. Podrán estar un poco más cerca y podrán permitir que Ella los acoja bajo su manto, al igual que hace con su Hijo. Son el puente entre pasado y presente, la clara evidencia de una herencia que trasciende generaciones.
Ver a toda una generación tomar el relevo no solo nos emociona, sino que nos regala esperanza. Es un acto de amor en el que se conserva lo sagrado al mismo tiempo que se otorga un aire renovado. Es ilusión, responsabilidad y respeto por todo lo que han recibido y que ahora están llamados a custodiar y transmitir.
Deseamos que todos nuestros quintos y quintas puedan disfrutar de un Día de la Virgen único e inolvidable, en el que se acerquen más a Dios y a Su Madre a través de la devoción cristiana.
